lunes, 27 de noviembre de 2017

Historia de las Copiadoras

LA EVOLUCIÓN DE LAS COPIADORAS

Los documentos son una parte muy importante en la vida del hombre. De hecho, el inicio de la historia se considera desde que el hombre comienza a escribir en tabletas de arcilla en Mesopotamia, el lugar conocido actualmente como Iraq, sin embargo, podríamos decir que los orígenes de la escritura se remontan a épocas de 20,000 a 40,000 años atrás a nuestros días, cuando el hombre comienza a hacer pinturas rupestres en las cuevas que habitaba.
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Posteriormente dichas pinturas evolucionaron en pictogramas al ser simplificadas. Dichos pictogramas datan de hace 10,000 años aproximadamente. A través de dichas pinturas y pictogramas se comenzó a dejar testimonio de lo que sucedía en esos lugares en ese momento. Posteriormente, dichos escritos se convertirían en los documentos que actualmente conocemos.
En la antigüedad, todos los documentos y libros que existían, se copiaban a mano para así distribuirlos y compartirlos, lo que era un procedimiento tedioso y tardado. Los grandes monasterios solían tener salas llamadas “scriptorium”, donde los monjes se encargaban de copiar los manuscritos. Dichos escribas no tenían permitido corregir errores en lo que estaban copiando, por lo que se fueron acumulando más y más errores en los escritos cada vez que se copiaban.
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Luego, se inventó el método de impresión conocido como xilografía, que empleaba placas de madera que tenían grabados los textos, sin embargo, su poca durabilidad no permitía hacer muchas copias de cada texto, mientras que el crear las placas era un duro trabajo artesanal.
Desarrollando la idea de la xilografía es que se crearon prensas con caracteres móviles de madera, sin embargo, se reconoce a Johannes Gutenberg como el inventor de la imprenta de tipos móviles alrededor del año 1450, pues su máquina ya tenía (alrededor de 150) durables tipos hechos de metal y un ingenioso sistema para su fijación.
Antes de que Gutenberg imprimiera su Biblia, se estima que había apenas 30,000 libros en toda Europa, sin embargo menos de 50 años después ya había alrededor de 10 millones de libros.
En 1806, Ralph Wedgwood consiguió la patente por el papel carbón, que en sus principios era una hoja de papel que tenía por un lado tinta seca u otro pigmento adherido con poca fuerza utilizando cera, la que posteriormente sería sustituida por polímeros.
El papel carbón permitía crear varias copias a la vez de un documento utilizando una máquina de escribir o un bolígrafo. Sin embargo, obviamente, el número de copias que se podían crear de un documento con este método era muy reducido.
Otro invento utilizado para hacer varias copias de un documento es el mimeógrafo, el cual se patentó alrededor de 1880 por Thomas Alba Edison, es una pequeña prensa de bajo costo que hace pasar la tinta a través de un tipo de papel especial llamado esténcil al papel en el que se desea la impresión.
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Este tipo de máquinas fue popular para imprimir tirajes cortos de documentos en lugares como oficinas, escuelas e iglesias. Los esténcils se hacían con una máquina de escribir común a la que se quitaba la cinta entintada, o bien, con plumas especiales.
La desventaja de los mimeógrafos es que los esténcils se van deteriorando, degradándose la calidad de las impresiones hasta que finalmente se rompen después de algunos cientos de copias y entonces se debe crear un nuevo esténcil.
Finalmente, en 1903, G. C. Beidler descubrió la manera en la que sería posible reproducir de manera veloz un documento, a partir de un negativo fotográfico. De esta forma nacieron las primeras fotocopias, que parecían más una fotografía que una copia fotostática actual.
En 1938 Charles Carlson, después de realizar muchas copias de dibujos a mano, inventó la copiadora, pues se necesitaba una forma más práctica de hacer copias en la vida diaria. Los métodos existentes en aquel entonces para reproducir fotografías eran tardados y requerían del uso de varios productos químicos.
El proceso inventado por Carlson se llamó en un principio “electrofotografía”, para luego renombrarse como “xerografía”, nombre compuesto de las palabras griegas “xeros” (seco) y “graphia” (escritura), resaltando que no tenía necesidad de utilizar químicos en su proceso.
Sin embargo, fue hasta 1958 que una compañía se interesó en comercializar las máquinas xerográficas inventadas por Carlson: The Haloid Company, cuyo nombre cambió luego a Xerox.
Fue entonces que se lanzó al mercado la primer copiadora comercial, un producto viable para su empleo en oficinas y que trabajaba con papel normal. Esta fotocopiadora automática fue, según Fortune, el producto más exitoso jamás comercializado en EEUU.
Hoy en día, las marcas de copiadoras utilizan básicamente el mismo proceso xerográfico. Se utiliza tinta en polvo o “tóner” y funcionan con el concepto de la electricidad estática.

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